Primero necesitamos comprender cómo se sentía el pueblo de la Biblia respecto al Dios al que adoraban. Moisés le dijo al pueblo de Israel: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Deuteronomio 7:6). Dios los escogió, no por lo que ellos eran o hicieron, sino porque “los amo” (Deuteronomio 7:7). Dios les mostro este amor de diversas maneras. Fue fiel a su pacto (verso 9); destruyo a sus enemigos (verso 10); los bendijo con buenas cosechas (verso 13); y les quito las enfermedades (verso 15).
En respuesta a las acciones de Dios, los israelitas eran un pueblo agradecido. El salmista dijo: “Bueno es alabarte, oh Jehová. Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche” (Salmo 92:1-2)
Se asombraban de Dios. Como un sabio observó: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7). Estas respuestas se expresaban en su adoración. Por supuesto, los israelitas respondían a Dios con una amplia gama de pensamiento y emoción; pero estas dos: agradecimiento y asombro, parecen tipificar su relación con él.
También tenemos que entender como interactuaban Dios e Israel. Por ejemplo es fácil ver a Dios en las vidas de los patriarcas. Dios hizo que Sara tuviera hijos en su vejez (Génesis 18:9-10). Probo a Abraham y libro a Isaac de la muerte (Génesis 22). Le hablo a su pueblo y este a él (Génesis 13:14-17; 15:2). Pero a los israelitas nunca se les permitió ver a Dios; Moisés tuvo que esconder la cara de la presencia de Dios “porque tuvo miedo de mirara a Dios” (Éxodo 3:6)
En el siguiente estudio veremos cómo los israelitas expresaron su agradecimiento y asombro al padre celestial, y como participaban en la adoración.